Blancanieves

07.11.2017

Aquí os dejamos una versión escrita por nosotras mismas del famoso cuento de los hermanos Grimm.


                                   Érase una vez, en un pobre y oscuro reino cegado por la avaricia y la envidia,donde tenían por reina a una arpía sin corazón. El más ansiado deseo de la reina siempre había sido ser la más hermosa de todas las doncellas, pero Blancanieves, inconscientemente, aspiraba a serlo, cosa que un día consiguió. La reina, rebosante de ira, al descubrir que nunca lograría tener mas belleza de la que su hijastra poseía, solo vio una solución, la mataría. Pero ella era la reina, no podía mancharse las manos con el titulo de asesinar a la querida princesa, la enviaría al Bosque, lugar el que nunca nadie había regresado, y la princesa no iba a ser la primera.


                                      Un día de regreso a palacio,la carroza donde se hallaba Blancanieves se desvió del camino, todo era muy extraño, era como si los caballos estuvieran poseídos. La carroza se paró en medio del Bosque, en el único lugar donde se veía algo de luz entre aquel oscuro follaje.En aquel instante los caballos cayeron desplomados como por arte de magia. Todo esto a la joven le parecía muy extraño, y a pesar de que estaba aterrada tras descubrir que sus carruaje había vagado sin lacayo todo el desagradable trayecto, no le quedo otro remedio que salir de su vehículo. La princesa no era consciente de las horribles criaturas, monstruos y demonios que la esperaban hambrientos, escondidos tras las sombras para devorarla viva.

                                         

                                           Pasaron los días, pasaron las semanas, incluso pasaron los meses y nadie había vuelto a saber nada de la joven y hermosa Blancanieves. Tampoco que la reina, que aunque ya sabía el destino que había corrido la joven la inquietaba no haber sabido nada de su encargo. Hasta que un día recibió aquello que tanto esperaba, entre risas de alegría y venganza la reina tenia entre sus manos el corazón de la princesa, metido en una caja de madera, en la que había escrito:

                                  "la verdadera belleza eterna está en el corazón"






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